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Psiquiatría: de las aplicaciones a los biomarcadores, novedades para la salud mental

Los psiquiatras comparten cómo las aplicaciones, los dispositivos portátiles y el software están cambiando la forma en que abordan la salud mental

Leticia Maia
13 minutos

Cuando cambia el estilo de vida de toda una sociedad, tiene sentido pensar en soluciones que se ajusten a esta nueva realidad. En psiquiatría, las novedades de las que más se habla suelen hacer referencia a la tecnología farmacológica, es decir, sustancias que tardan menos tiempo en conseguir la estabilidad deseada, provocan menos efectos secundarios, etc. Sin embargo, existen otras posibilidades que pueden resultar igual de necesarias.

Entre las novedades, científicos de todo el mundo están estudiando biomarcadores que permitan el desarrollo de fármacos para afecciones de salud cada vez más específicas. Además, en la última década, se han desarrollado varias aplicaciones y otras tecnologías para ayudar a optimizar el tratamiento de los pacientes, además de rastrear los signos que aceleran el diagnóstico y el inicio del tratamiento.

¿Por qué la psiquiatría necesita innovar?

En salud mental, como en todo lo relacionado con la salud, no hay soluciones que cumplan Todas la gente. Si bien es posible que un grupo comparta el mismo diagnóstico, la forma en que cada organismo responde al tratamiento suele ser diferente. Por ejemplo, un estudio observacional multicéntrico realizado por la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), realizado en 2019 con 1475 participantes, estimó que entre el 30 y el 40% de los pacientes con depresión en América Latina no respondían a los medicamentos.

En otras palabras, el descubrimiento de nuevos biomarcadores puede ayudar a desarrollar medicamentos más asertivos para estas personas. Sin embargo, también es posible que necesiten diferentes enfoques de tratamiento, y ahí es donde entran en juego las nuevas tecnologías.

Las posibilidades de nuevas estrategias para mantener o restaurar el bienestar mental ahora están directamente relacionadas con los teléfonos inteligentes y el acceso a Internet.

Esto se debe a que los teléfonos inteligentes ya forman parte de la realidad de la mayoría de las personas y representan un potencial dicotómico: al mismo tiempo que el uso excesivo de estos dispositivos se asocia a una mayor incidencia de trastornos mentales, especialmente debido a las redes sociales, es posible utilizar esta tecnología ya extendida para promover el bienestar mental, mejorar la adherencia al tratamiento y rastrear los síntomas. Por tanto, vale la pena considerar los siguientes datos:

  • El 78% de la población mundial mayor de diez años tiene un teléfono celular (Fuente: UN).
  • Y el 67% tiene acceso a Internet (Fuente: UN).
  • Alrededor de 249 millones de teléfonos inteligentes estaban en uso en Brasil en 2023, lo que equivale a 1,2 teléfonos celulares por habitante. (Fuente: FGV).

Por otro lado, lo que los «teléfonos inteligentes» han aportado a la salud mental de las personas, especialmente de los jóvenes, es:

  • El 39% de los usuarios de redes sociales se consideran adictos a ellas (Fuente: Forbes/Statista).
  • El 67% de los adolescentes dicen que se sienten peor con sus vidas debido al uso de las redes sociales (Fuente: Forbes/Healio);
  • Paralelamente, el 73% encuentra consuelo para estos problemas a través de las mismas plataformas (Fuente: Forbes/Healio);
  • Los adolescentes que usan las redes sociales durante más de 3 horas al día tienen más probabilidades de internalizar los problemas (Fuente: Psiquiatría Forbes/Jama).

Al considerar información como esta, los especialistas en salud mental se unieron a los especialistas en tecnología.

Tecnologías de salud mental

15.000 aplicaciones de salud, ese fue el número identificado por un estudio de la UNESCO en 2015. De ellas, el 29% de las aplicaciones se centraron en la salud mental. Entre ellas destacan Calm y Headspace, que se centran en la meditación guiada y la atención plena, y Cingulus, que se centra en la terapia guiada, un enfoque que ayuda a los usuarios a lidiar con la ansiedad, el estrés, la inseguridad y otros factores.

En general, las aplicaciones dirigidas a la salud mental son una buena alternativa para quienes desean conocerse mejor a sí mismos, ya que ayudan a controlar los hábitos y los cambios de humor, además de conocer estrategias que ayudan a mantener el bienestar mental.

Según el examen integrador»Uso de una aplicación móvil para la atención de la salud mental en un entorno académico», publicado en Revista JRG de Estudios Académicos, los estudiantes universitarios están más abiertos a usar aplicaciones dirigidas a la salud mental. En palabras de los investigadores, «el desarrollo de aplicaciones móviles de salud ha aumentado exponencialmente y se ha informado que el uso de aplicaciones mejora la eficiencia de la prestación de atención médica y la eficacia del tratamiento (Na et al., 2022)».

Además, el análisis del estudio muestra que el sector de la salud móvil (que abarca aplicaciones para teléfonos móviles y dispositivos portátiles) ha crecido cada vez más en los últimos años. Poniendo este potencial en cifras, una encuesta realizada por Perspectivas del mercado global (GMI) indica que el mercado de mHealth se valoró en torno a 111 mil millones de dólares y debería mostrar un crecimiento anual de 22% para 2032 — año en el que ya debería generar alrededor de 888 mil millones de dólares.

Para llegar a tal proyección, el análisis tuvo en cuenta el crecimiento de los servicios de salud digitales para el monitoreo de pacientes, así como la promoción de estas tecnologías por parte de las grandes instituciones gubernamentales y otras características, tales como:

  • Aumento de la penetración de la telefonía móvil e Internet: en este sentido, el informe de 2023 «La economía móvil» señala que, para 2030, el 92% de la población mundial debe tener un teléfono inteligente.
  • Incremento de la incidencia de enfermedades crónicas;
  • Grandes ahorros de costos en la prestación de atención médica;
  • Creciente adopción de dispositivos médicos inteligentes portátiles.

Otro punto que vale la pena considerar es que Análisis del informe «La economía móvil» para 2024, muestra que el uso de teléfonos inteligentes para mejorar y/o monitorear la salud aumentó del 15% en 2015 al 21% entre 2016 y 2022, alcanzando los 2 mil millones de usuarios.

Pero, después de todo, ¿qué tienen de especial estas tecnologías?

Aplicaciones y dispositivos portátiles

Para entender por qué se utilizan las tecnologías en los tratamientos de salud mental, el psiquiatra forense y socio director de Ethos Psychiatry, Thiago Fernando, explica que «varios estudios muestran que realmente hay una gran parte de la población mundial que usa teléfonos inteligentes y los pacientes con trastornos psiquiátricos los usan mucho, por lo que es una de las posibilidades que tendríamos utilizar datos tanto de teléfonos inteligentes como de dispositivos portátiles, como relojes inteligentes y similares».

Dentro de esto, está el fenotipado digital. Como se indica en el estudio»Fenotipado digital y trastornos de la personalidad: una relación necesaria en la era digital», disponible en la red latinoamericana de Revistas de psicología (PepSiC), el término «se refiere a la cuantificación in situ del fenotipo humano, utilizando datos personales de dispositivos digitales».

Es decir, el fenotipado digital consiste en monitorear los síntomas y otros signos fisiológicos. «Pudimos monitorear los síntomas de ansiedad mediante escalas, por lo que el paciente abre la aplicación y agrega diferentes aspectos relacionados con la ansiedad a las escalas, generando una puntuación», dice el psiquiatra. Entre otras posibilidades, «también existe una forma de monitorizar con GPS o acelerómetro los datos de la actividad del paciente, lo que nos permite estimar la fatiga o el cansancio. Se trata del fenotipado digital y es un recurso con el potencial de contribuir al análisis o al diagnóstico», añade Thiago Fernando.

Más allá de los signos fisiológicos, algunas tecnologías consisten en ofrecer chatbots de atención al paciente, esta solución ha sido diseñada para personas con ideación y/o comportamiento suicida. Sin embargo, a pesar del gran potencial, «estas tecnologías aún no están realmente preparadas para este tipo de situaciones, todavía tenemos muchos estudios en curso que demuestran la eficacia de este tratamiento», explica Thiago.

Por otro lado, el Otsuka America Pharmaceutical Y el Haga clic en Therapeutics se unieron para desarrollar tecnologías como la aplicación Reunirse, que es una de las primeras aplicaciones aprobadas por la agencia reguladora de la salud estadounidense, Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).

La solución está diseñada para pacientes que reciben tratamiento por un trastorno depresivo mayor y solo se puede usar con receta médica, para adultos de 22 años o más. La propuesta consiste en proporcionar directrices terapéuticas y de entrenamiento cognitivo para la depresión mayor. Dentro del patrón oro, el Reunirse se usa junto con medicamentos y consejos de profesionales.

Siguiendo la línea de lo digital, los creadores de Reunirse también están desarrollando herramientas para pacientes con insomnio crónico. El reloj digital llamado «trabajo nocturno» ayuda a tratar las pesadillas causadas por el trastorno de estrés postraumático.

«[El reloj] monitorea la experiencia fisiológica del paciente mientras duerme e identifica cuándo ese sujeto comienza a tener pesadillas o sueños perturbadores. Cuando esto ocurre, envía algunas vibraciones para despertar al paciente, por lo que funciona como un complemento del tratamiento y acaba siendo una posibilidad muy, muy interesante», afirma el socio director de Ethos Psychiatry.

Por lo tanto, en general, las aplicaciones y los dispositivos portátiles cumplen la función de guiar al paciente en su viaje de curación, lo que generalmente se realiza mediante el mapeo de comportamientos, signos y síntomas.

Psiquiatría computacional

Uno de los desafíos de la psiquiatría es la dificultad de cuantificar el impacto de cada síntoma. ¿Cuánto deterioro cognitivo se produjo en un paciente? ¿Cuánta angustia siente? Preguntas como estas ahora pueden responderse mediante la psiquiatría computacional.

Para entender mejor este tema, entrevistamos a uno de los pioneros de este segmento: el psiquiatra, neurocientífico, investigador y científico jefe de Cerebro móvil, Natalia Bezerra Mota, quien fue nominado y ganó varios premios en todo el mundo, además de ser citado por revistas Forbes y Naturaleza como una de las «20 mujeres más poderosas de Brasil».

La psiquiatría computacional consiste en análisis de la complejidad del habla, con el propósito de rastrear y hacer un seguimiento de los signos de angustia mental y del desarrollo o deterioro cognitivo y del aprendizaje, además de investigar los informes de los sueños y los correlatos electrofisiológicos.

Por ejemplo, imagine detectar si a un paciente se le diagnosticará trastorno bipolar o esquizofrenia en el primer brote psicótico. La psiquiatría computacional permite este efecto. Sin embargo, en este momento, la atención del investigador se centra en optimizar esta tecnología para monitorear el desarrollo cognitivo de niños y adolescentes, en un estilo similar al que se hace en la atención prenatal, por ejemplo.

«El primer producto de Mobile Brain es LitMetrix y se centra en la educación», afirma Natália. Funciona de la siguiente manera: con un conjunto de métricas basadas en las historias contadas por los estudiantes, LitMetrix monitorea la complejidad de la narrativa infantil. Por lo tanto, es posible predecir si el desarrollo del habla, la lectura, la imaginación y el razonamiento está en línea con lo que se espera para cada edad.

A primera vista, la tecnología parece estar dirigida únicamente a la educación. Sin embargo, «un desarrollo cognitivo adecuado al inicio de la vida es uno de los elementos que preservan la salud mental durante toda la vida, además de ralentizar el proceso de deterioro cognitivo al final de la vida», según explica el experto.

En él se encuentra el segundo producto de la startup: Cognix, un recurso que también procesa el lenguaje natural, pero considera la expresión emocional que se genera a partir de la visualización de imágenes.

Todo esto es el resultado de las percepciones que Natália tuvo durante su período de residencia en psicopatología: «Cuando estudiaba psicopatología, se me cayó un registro: tenemos otros aspectos que no son el contenido del discurso, sino que están relacionados con forma cómo hablamos. Son características que generan una gran cantidad de descripciones de los síntomas», dice Natália.

Como ejemplo, dice: «Por ejemplo, me llamó la atención la diferencia entre la psicosis que tiene un peor pronóstico, que es la psicosis no afectiva (conocida como esquizofrenia) en la que una persona tiene un deterioro cognitivo muy intenso muy temprano y termina perdiendo el contacto social, además de varias habilidades de comunicación. Es muy diferente de otras psicosis, en este caso de aquellas que tienen otros resultados, como el trastorno bipolar, que puede ser transitorio y lo que realmente ocurre es una fluctuación del estado de ánimo, que tiene menos impacto en la cognición y permite una rehabilitación más fácil. En otras palabras, le resulta más fácil reintegrarse en la sociedad. Por otro lado, es más fácil que las personas a las que se les ha diagnosticado esquizofrenia muy pronto dejen de estudiar».

Está disponible el estudio «Mapeo mental a través del análisis computacional del discurso», realizado por Natalia Bezerra Mota en 2017 al presente.

El descubrimiento de nuevos biomarcadores

Las tecnologías tienen un gran potencial, pero aún no deberían convertirse en protagonistas de los tratamientos. De cara al futuro, el descubrimiento de biomarcadores y de diferentes biotipos dentro de una misma enfermedad puede permitir el desarrollo de fármacos más asertivos.

En este campo, una de las principales novedades se refiere a un estudio publicado recientemente en la revista Medicina de la naturaleza. La investigación»Las puntuaciones personalizadas de los circuitos cerebrales identifican biotipos clínicamente distintos en la depresión y la ansiedad», detectó diferentes circuitos cerebrales, lo que permitió dividir a los participantes en seis tipos diferentes de depresión y ansiedad.

Además, hay otros estudios que han realizado descubrimientos relevantes en los últimos años. Por ejemplo, según lo publicado en el portal «Progress In Mind», de Centro de Recursos de Psiquiatría y Neurología de Brasil —, el aumento de la glutamina prefrontal es un indicio del inicio de fases en los trastornos de ansiedad y estado de ánimo.

Neuroderechos

Por último, todas estas noticias son una forma de renovar la esperanza de curar los trastornos mentales. Sin embargo, la parte tecnológica trae consigo un nuevo temor: el tema de neuroderechos.

Los neuroderechos se refieren a un conjunto de principios éticos y legales que tienen como objetivo proteger la integridad y la privacidad del cerebro humano frente a los avances de la neurociencia y las neurotecnologías. En general, la idea es garantizar que las nuevas herramientas se utilicen de forma ética y responsable, sin infringir los derechos fundamentales de las personas. Pero, al fin y al cabo, ¿cuál sería la esencia de estos derechos fundamentales?

En este sentido, podemos dividirlo en dos campos principales: la violación de datos que puede generar discriminación y la que puede generar interferencias con el pensamiento y/o el estilo de vida. En vigor desde agosto de 2021, la Ley General de Protección de Datos (LGPD) ya pone de manifiesto cómo estos datos pueden utilizarse para discriminar a los candidatos en los procesos de selección y otras decisiones del mercado laboral.

Sin embargo, la preocupación de Emi Mori, psiquiatra forense y socia directora de Ethos Psychiatry, es diferente: «Cuando hablamos de privacidad mental, está la parte cerebral, pero también está la parte consciente. Cerebro y conciencia no son sinónimos. Necesitamos un cerebro completo, sin ningún tipo de lesión, sin ninguna alteración funcional, para que nuestra conciencia pueda manifestarse. Cuando hablamos de conciencia, nos referimos a nuestros deseos, opiniones y deseos. Todo esto es una demostración», explica.

En otras palabras, el miedo se refiere a una interferencia excesiva con la conciencia. Por lo tanto, la cuestión se complica aún más debido a la creciente sofisticación de la neurotecnología. Mori señala que, si bien todavía no podemos mapear con precisión cómo las diferentes partes del cerebro corresponden a emociones o pensamientos específicos, la posibilidad de acceder a los datos cerebrales plantea importantes preocupaciones sobre la privacidad mental.

«Todavía no tenemos una comprensión exacta de cómo se manifiestan estas áreas del cerebro y cómo la neurotecnología puede acceder a esa información», afirma.

Incrustada en estas cuestiones, la interacción entre la conciencia, el inconsciente y el preconsciente plantea desafíos adicionales. Estas capas pueden verse afectadas por las aplicaciones y tecnologías, que podrían acceder a información sobre nuestros estados mentales. El acceso al inconsciente, que tradicionalmente se explora mediante métodos como el análisis de los sueños, puede, en teoría, verse afectado por la neurotecnología.

¿Cómo puede protegerse el usuario?

Mori sugiere que, en lugar de centrarnos únicamente en el análisis de imágenes cerebrales, deberíamos centrar nuestros esfuerzos en proteger la privacidad mental, que incluye la protección de las opiniones, deseos y preferencias personales. El desafío es: ¿cómo nos aseguramos de que esta información permanezca privada, incluso cuando utilizamos redes sociales y aplicaciones de salud mental?

Con el uso intensivo de las redes sociales y las aplicaciones para compartir información, el espacio en el que se encuentran nuestras vidas públicas y privadas se ha vuelto confuso. «Cuando creas un perfil público, aunque sea profesional, estás exponiendo tu imagen y respondiendo a información personal sobre ti», explica el psiquiatra. «Incluso esta exposición voluntaria, aunque a menudo es consciente, plantea dudas sobre el control que tenemos realmente sobre la información que compartimos».

Aun así, un estudio australiano mencionado por Mori revela una realidad preocupante: muchas aplicaciones de salud mental no ofrecen una protección sólida para los datos de los usuarios.

La investigación, publicada en una revista de psiquiatría en 2019, analizó 60 aplicaciones destinadas a la evaluación del estado mental, la meditación y otros usos relacionados y encontró deficiencias significativas en las medidas de protección de datos.

Además, Mori señala la cuestión de los contratos de servicios, que a menudo se aceptan sin una lectura adecuada entre líneas. «Cuando aceptamos las condiciones del servicio, rara vez leemos qué hay detrás de la expresión «aceptar». E incluso cuando leemos, no sabemos exactamente a dónde van a parar nuestros datos ni cómo se compartirán», señala. Este comportamiento común ejemplifica la urgente necesidad de una mayor transparencia y control sobre nuestros datos personales», concluye la experta.